El 3 de julio de 1922, un hallazgo arqueológico estremeció a la comunidad científica: el cuerpo momificado de un niño fue descubierto en una zona pantanosa de Kayhausen, cerca de Oldenburg, en la región de Baja Sajonia, Alemania. Este niño, que habría tenido entre 7 y 8 años de edad, vivió —y murió violentamente— entre los años 400 y 300 a.C., durante la Edad de Hierro europea.
Gracias a las propiedades conservantes del pantano, el cuerpo del llamado Niño Kayhausen se encontraba en notable estado de conservación. Las turberas, con su ambiente ácido, bajo en oxígeno y rico en esfagno, permitieron una momificación natural, preservando incluso detalles de su piel, tejidos y vestimenta.
Un sacrificio o ejecución ritual
El cuerpo del niño presentaba múltiples heridas de arma blanca en el cuello, una de las cuales habría sido fatal. Además, tenía un corte en el brazo que sugiere un intento de defensa. Estas evidencias han llevado a los arqueólogos a considerar que pudo tratarse de un sacrificio humano, una práctica ritual que no era ajena a las culturas de la Edad de Hierro del norte de Europa.
Además, el análisis del cadáver reveló que el niño sufría una infección ósea en el fémur, una condición que podría haber afectado su movilidad. Algunos estudiosos han planteado la hipótesis de que esta enfermedad pudo influir en su selección como víctima de un sacrificio, posiblemente como parte de un ritual para aplacar a los dioses o buscar una cura para la comunidad.
Detalles reveladores de su vida
El niño medía entre 1,2 y 1,35 metros y vestía una capa en el momento de su muerte, una prenda que sugiere cierta preparación ritual. El análisis del contenido estomacal indicó que su última comida incluyó manzana, cebada y Polygonum lapathifolium, una planta que crece en ambientes húmedos. Estos detalles han permitido reconstruir aspectos de su entorno cotidiano y dieta, arrojando luz sobre las costumbres alimenticias de su época.
Valor arqueológico e histórico
El cuerpo del Niño Kayhausen se conserva hoy en el Museo Estatal de Oldenburg y sigue siendo objeto de estudio. Su descubrimiento es considerado uno de los hallazgos más significativos dentro de una serie de cuerpos momificados en turberas de Europa del Norte, conocidos como “cuerpos de los pantanos”.
Entre los descubrimientos similares se encuentran figuras como el Hombre de Tollund (Dinamarca), la Mujer de Haraldskaer y la Niña de Windeby. Todos comparten características comunes: muertes violentas, excelente conservación y un fuerte componente ritual.
El caso del Niño Kayhausen continúa siendo uno de los enigmas más inquietantes de la arqueología europea. Más que un simple cuerpo preservado por el pantano, es una ventana al mundo espiritual, social y cultural de una Europa ancestral donde la vida y la muerte se entrelazaban con creencias profundas y rituales desconocidos.