El piloto huilense David Artemio Jiménez falleció en Tocancipá durante el Gran GP Colombia 2025.

Fallece piloto huilense en Tocancipá

El motociclismo colombiano está de luto. David Artemio Jiménez Cruz, piloto oriundo del municipio de Garzón, Huila, falleció trágicamente este fin de semana mientras disputaba una válida del Gran GP Colombia 2025 en el Autódromo de Tocancipá. Su nombre, identificado con el número 967, dejó una huella imborrable en las pistas y corazones del mundo motor.

Durante una de las competencias más exigentes del calendario nacional, David sufrió un fuerte impacto en plena carrera. Hacía lo que más amaba: correr en moto, volar sobre el asfalto, dejar su alma en cada curva. Pero esa misma pasión terminó por apagar su vida en medio de un público que no salía del asombro ante el inesperado accidente.

Dolor en tierra opita

Garzón y todo el Huila sienten la pérdida como propia. David no solo fue un piloto destacado, sino un referente, un amigo, un hermano de pista. Su historia se escribió en cada torneo disputado en Neiva, Rivera, Campoalegre y otras localidades donde su nombre era sinónimo de entrega, técnica y humildad.

La Liga de Motociclismo del Huila, presidida por Lina Magalli Plazas, expresó un sentido mensaje:

“Nos unimos en este momento de tristeza para pedirle a Dios mucha fortaleza, consuelo y resignación para su esposa e hija, sus padres y hermanos”.

En un gesto de hermandad, varias delegaciones huilenses emprendieron viaje hasta el municipio de Garzón para acompañar a la familia en las exequias. Fue una caravana de respeto, donde el rugido de los motores se mezcló con los sollozos. Un homenaje en movimiento, tan simbólico como conmovedor.

Un legado sobre ruedas

David Artemio no fue solo un corredor. Era un guerrero de pista, admirado por su talento, su espíritu competitivo y su sonrisa franca en los boxes. Jóvenes pilotos huilenses lo veían como un modelo a seguir, un espejo donde se reflejaban los sueños de gloria.

En cada carrera se entregaba por completo. No importaba si era un campeonato nacional o una válida regional, siempre salía a ganar, pero sin perder la humildad que lo caracterizaba. Amaba enseñar, aconsejar, compartir. Por eso, más que un rival, era un hermano sobre ruedas.

Hoy, su moto está en silencio, pero su número, el 967, retumbará para siempre en la memoria del motociclismo colombiano. La Liga Huilense ya alista homenajes póstumos en su honor. Su legado quedará estampado en cada pista que alguna vez lo vio volar.

David Artemio Jiménez Cruz no fue solo un piloto. Fue un símbolo de lucha, pasión y hermandad. Su partida deja un vacío imposible de llenar, pero también una historia digna de contar, una inspiración que vivirá en cada joven que sueñe con correr, con volar, con sentir la libertad de las dos ruedas.

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